Automatizar y digitalizar puede llegar a reducir entre el 20% y 70% los costos empresariales aproximadamente, además de optimizar recursos y hacer posible la escalabilidad de los productos y servicios. En tiempos de alta inflación, como la que atraviesa el país y el mundo, implementar estrategias de optimización, digitalización y automatización es fundamental.
La economía colombiana se enfrenta a una de las inflaciones más altas de los últimos 22 años, según datos entregados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), arrojó para el cierre de agosto un resultado anual de 10,84%, cifra que continúa encendiendo las alarmas para que empresas de todos los sectores tomen medidas sabias.
Es por esto, y aunque pueda sonar descabellado, la inversión en soluciones tecnológicas lograría reducir costos empresariales hasta 70%, generando mayores márgenes de utilidad que compensan las pérdidas por la desaceleración de la demanda, y amplían el campo de acción por medio de la oferta digital. Dario Arcos, Co-Chief de G-LAB habla al respecto, “invertir en el desarrollo del negocio cuesta más cuando existen coyunturas como la actual, sin embargo, no invertir tiene un costo aún más elevado, como perder competitividad e incluso dejar de existir en el mercado. Cuando se trata de una empresa la cuestión no es si gastas o no gastas, se trata de si inviertes bien o inviertes mal”.
El desarrollo de tecnología es un acelerador y facilitador para la construcción de ideas y optimización de procesos. Cuando se habla de una alta inflación y una muy probable recesión, se hace necesario optimizar costos, automatizar procesos y aumentar el campo de acción a bajo costo, para lograrlo se puede hacer a través del desarrollo de soluciones basadas en software.
En cuanto a los procesos que son recomendables automatizar están principalmente los canales de ventas que requieren de una alta carga de personal, operaciones logísticas que se ejecutan principalmente de forma manual, control de inventarios, procesos de inspección y verificación, entre muchos otros. Cada organización tiene distintas oportunidades de optimización que deben ser valoradas y alineadas con la visión a mediano y largo plazo.
“El análisis previo es la manera en la que garantizamos que las soluciones puedan ser relevantes y escalables. Si bien es cierto se puede implementar tecnología, es necesario primero validar su nivel de madurez tecnológica, esto reducirá el margen de error en la inversión”, afirma Arcos.
Y agrega, “La tecnología es como un gran océano de ideas, soluciones, formas de ver un mismo problema; es necesario ver en ese “océano” con perspectiva para identificar que encaja idealmente con los desafíos, visión y estrategia de la organización en el tiempo. Si entendemos la tecnología como un medio para resolver problemas, debemos observar la raíz para diseñar no solo en soluciones temporales, sino en grandes procesos de evolución que producen innovación de alto impacto, o, dicho de otra manera, convertirse en referentes de su industria”.
La inversión en tecnología garantiza la estabilidad operativa, al tiempo que ensancha significativamente las posibilidades de generar valor al controlar adecuadamente procesos manuales, a la vez que posibilita la creación de nuevas líneas de negocio que generen más fuentes de recursos y una gran diferenciación con los competidores en coyunturas económicas complejas.
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